Abro las puertas
que lastiman
recuerdos,
entre grampas
ruidosas por el tiempo.
El parral y las calas
ya no existen.
Las paredes se han marcado
de verdes humedades.
Cierro los ojos
y la casa que almacena
recuerdos
de niñez, juventud…
logros, amores
decepciones y fracasos,
quieren huir conmigo.
Acompañarme,
pero quedan
incrustados en los muros
bordados de musgos y de penas.
La soledad
emerge vencedora.
Salgo
con las risas de la infancia
en mi oìdos.
Y lagrimas calientes
en la retina.
Lucila Soria
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