domingo, 1 de agosto de 2010

Amarte

Estabas callado,
absorto, pensando
quizá el insomnio
de pasadas noches
te trajo hasta mi.
Como una paloma
llevé en mi pico
una carta breve
que decía así:
No te sientas sólo.
Jamás estés triste.
Que no te lastimen
yo soy tu muralla.
Estoy a tu lado
aunque no me veas
soy estrella, canto
lluvia tierna
alondra…
Soy viento fresquito
para tu sosiego.
No me extrañes nunca.
yo estoy contigo
así a la distancia
te llevo en el alma.
Que bello que me ames
precioso es amarte
y somos nosotros
de aquí hasta la muerte.

Lucila Soria

Pena

Es esta mi pena,
nieve, escarcha frió
y es así
por que te has ido.
El aire perfumado
ya no existe
y la ausencia
es una llama
sin candela.
Es sangre, es color
está poblada de insomnios.
Descascarada,
mustia, ajada,
como el adiós de los amantes.
Al respirar
la preciosa
nostalgia avasallada.
entre llantos y risas
inconclusas.
Compruebo
que mi pena es única
incomparable
y tiñe de imposibles
los recuerdos.
Cuando la pienso
observo mi interior
me adentro en ella
la aprieto contra mi corazón.
Reliquia
salvada de naufragios.
Intento sepultarla
en la base más oscura
de mi pecho
y apresuro a cortarla
con la daga filosa
del olvido.

Lucila Soria

Soledad

El silencio es un aria
de esta casa vacía
ninguna flor adorna
las paredes ruinosas.
Se han marchado las voces
que otrora cantarinas
se unían a los pájaros
de árboles tupidos.
Ya todo es un páramo
la alegría se ha ido
por sendas sinuosas
como amores prohibidos
Ya no hay nada que una
todo ha desaparecido
las agendas con nombres
han quedado desiertas.
La esperanza y el canto
tan sólo dos palabras.

Lucila Soria

Mis Primaveras

Me preguntaste ayer
que siento en la primavera
te dije que soy feliz.
Saco a fluir los recuerdos
están las calas, el césped
las madreselvas en flor.
Te puedo hablar de esos años;
de la dulzura del beso
de aquel que me supo amar.
La luna que iluminaba
el rostro de enamorados
y los floridos senderos
por los que transitamos.
Pero no puedo decirte
mi secreto, el más guardado
de todo lo que viví en aquellos tiernos años.

Lucila Soria

Tiempo Cumplido

Recién he comprendido
que resultaba inútil
retrasar el reloj
de nuestra despedida.
Ni pedir a los pájaros
que aminoren el vuelo
ni a las acacias frescas
que demoren su muerte.
Que el minutero salte
del tictac de la vida
y que nunca digamos
el tiempo que perdimos.
He bajado con prisa
el último peldaño
del túnel, mi existencia
buscándote en la nave
que pido que no parta
para rescatar sueños,
promesas, esperanzas…
el amor de otros tiempos
el alfa y el omega..
Se que fuimos culpables
Los dos. No hay atenuantes
de haber roto los lazos
de un amor sin barreras.
y aunque intente con prisa
desandar aquel rumbo
los trozos de ese lazo
se encuentran tan dispersos
que ni el último minuto
fugaz de la partida
hará que se entretejen
brindando una salida ..
Cierro los ojos y pienso
como inventar excusas
para que te demores
hago preguntas vanas
algunas sin sentido
para verte un instante
que para mi es un siglo.
Sentirte tan lejano
aunque estés junto a mi,
escucho tus latidos
aunque intentes fingirlos,
tu corazón y el mío
laten al mismo ritmo.
Y de pronto…
me sorprende la dicha
rumorosa e intrépida
que me parece el eco
de una voz muy lejana
tan llena de dulzura
que me dice al oído:
Toma mi mano y vamos
El tiempo se ha cumplido..


Lucila Soria

El Algarrobo

Como un peregrino
que busca descanso
se acentó en el patio
de la casa grande.
Ocupó su espacio
siempre solitario..
Desde la mirada
de una pequeñuela
te veía enorme
de un verde tan claro.
Y… fue dando sombra
al hogar paterno…
entre piquillines,
mistoles y talas
pájaros y sueños….
Jamás una espina
hirió mi epidermis.
Mi algarrobo, amigo
tan querido y manso.
Aquel que pedía
abrigo a tu sombra;
del calor intenso
de vientos y lluvias
con tu tierna fronda
se sentía arrullado
¡ Cuántos libros leí
debajo de tu copa!
Y tus vainas doradas
cual soles curvilíneos
cubrían tu ramaje
llenándome de gozo
por la dulzura espesa
de tu fruto¡ Algarrrobo!
!Cuando ya los amores
encendieron mi pecho
todos esos sentires
corazones y nombres
se quedaron grabados
en ese tronco añoso.
Y..hoy que te contemplo
¡cansado por los años!
pero sigues tan vivo
erguido y soberano,
te ruego que me sigas
a tu sombra amparando.


Lucy Soria

Cobija de Amor

Si alguna noche de estas
no estoy a tu lado
bebe de mis labios
la miel que libaste.
Yo no estoy contigo
por las circunstancias
pero soy el ángel
que llena de mimos
tus noches insomnes.
Y al amanecer
soy aquella estrella
que demora en irse
para iluminarte.
Aquí me tienes
para sostenerte
soy quebracho manso
para resguardarte
Te quiero y me quieres
que hermoso es sentirte
Estás en mis sueños
aunque yo esté lejos
estamos unidos
por este cariño.
Mi epidermis, arena
hasta que regrese
y tus manos flores
olor a jazmines;
transformen mi piel
en blanca amapola.
Con sabias caricias
llenas de ternura
pobladas, ardientes…
cobija de amor.
Lucila Soria

Amor

En la penumbra
del cuarto en silencio
pronuncié tu nombre
miré a todos lados
guardando el secreto.
Creyendo que alguien
me delataría
lo repetí mil veces
detrás de un candil.
Y pedí a los cielos
que lo transportaran
para que lo escuches
y sepas que yo
Soy calandria andante
paloma sin freno
para que vos sepas
lo que siento yo
Y cuando te encuentro
me sonrojo entera
no quiero mirarte
¿Dime aún no sabes
de mi tierno amor.?
Seré agüita clara
que moja tus sienes
le pediré al viento
que lleve caricias
desde la distancia
te seguiré amando.
por Dios algún día
quiéreme un poquito
pero siempre, siempre
déjate querer.

Lucila Soria

sábado, 2 de enero de 2010

HOMENAJE AL LECTOR

Homenaje al lector

Al Dr. Juan Carlos Rímini.

Veía su transitar ensimismado
con su paso ligero, en ocasiones
y siempre con su libro entre las manos
que llenaban mi vida de preguntas.

Unas veces decía, yo le consulto
sobre sabios, filósofos, poetas,
pero era talvez la lejanía
lo que siempre impidió que sucediera.

Me quedan los por qué sin su respuesta,
me quedan las palabras inconclusas,
me queda ese deseo contenido
de saber de sus libros y sus penas.

También tengo deshecha la esperanza,
de que un día cualquiera en una esquina,
le pueda preguntar de sus quimeras
y le pueda decir de mis tristezas.

La muerte sagaz e imperdonable
lo llevó hacia aquel azul intenso,
se marchó con su caudal incalculable
de palabras, de modos y de versos.

¡Adiós! lector tenaz e incomparable
el dueño del saber y de la gloria
lo saludo desde lo humilde de mi canto
y le rindo homenaje a su memoria.



Lucy Soria de Corbalán
Mayo 2003

PARA USTEDES

Para ustedes…

Amigos, mis amigos
de los tiempos pasados
aquellos que adornaron
esos días dorados.
Aquellos de los juegos
de risas cristalinas
de cándidas miradas
de encuentros bulliciosos
de múltiples palabras
de juegos incesantes
de bailes, de noviazgos
de amores imposibles
de risas y de llantos.

Amigos, mis amigos
los de la vida adulta
de los encuentros cálidos
de los momentos gratos
de los cafés, sin tiempo
de confidencias tristes
alegres o risueñas.
Del consejo oportuno
del cariño a raudales.
de tenaces proyectos
de la entrega constante.

Amigos, mis amigos
aquellos… y los de ahora
a todos, yo los quiero
les debo la memoria
de felices instantes…

Por eso en la simpleza
de estos sencillos versos
va la dedicatoria
del más profundo afecto
la calidez suprema
y la AMISTAD sincera.


Lucy Soria.

UN NIÑO DEL CAMPO

Un niño del campo

Cuando el alba tiñe de colores el campo, Jerónimo calza presuroso sus alpargatas y refregándose sus ojos sale al patio. Un lavatorio puesto sobre un pan de alfa, lo espera. El agua fría le hace rechinar los dientes. Seca mal el rostro y se encamina hacia la cocina donde un humeante matecocido con la tortilla del día anterior, fortalecen su pequeña anatomía, para salir en busca del burro que lo llevará a la escuela.
- Jerónimo – dice la madre – vete con cuidado, fijate cuando quieras atravesar la loma, no vaya a ser que tambalee el burro y te voltie.
- Ya se mama, todos los días me dices lo mismo.
- Hijo, las golpeaduras de los burros son peligrosas. Mirá lo que le ha pasao al hijo de tu madrina.
- Hasta mas tarde mama.
- Llegate por la casa de tu tía Candelaria así te da la leche al pie de la vaca.
Un lacónico si se oye suave porque el niño ya empezó a galopar en su burro Soncko. Mientras cabalga le habla al animalito. “Soncko yo nunca te voy a pegar con ninguna rama de tusca, porque vos sos buenito conmigo. Yo no quiero que te hagas grande porque sino te van a llevar y yo voy a quedar muy solito”.
El burrito se detiene bruscamente, es que una víbora yarará cruza soberbia por el mal trazado caminito que lo lleva a la escuela.
El niño mira, el miedo lo persigue, pero continúa, tres ranchos antes de la escuela se baja de su hermosa montura y saluda a la tía que le ofrece un espumante jarro de leche tibia.
Antes de continuar el viaje cotidiano acomoda el ponchito viejo y las alpargatas que de tan chicas dejan al descubierto los dedos gordos de los pies.
Previo a montar busca en el bolsillo las figuritas ¡su tesoro! El había leído bien en el concurso y la Srta. Tita le había dado ese premio.
- Hoy voy a leer mejor y voy a decir bien la poesía de la maestra pa’ que le guste más a mi señorita. Tampoco me voy a peliar con Belarmino porque no quiero que ella reniegue. ¡Es tan buena! ¡Yo la quiero un montón!.
Repite feliz el verso: Mi maestra… Observa la sombra de los árboles y empieza a talonear el burro. – Ya es tarde Soncko, apurate, porque ya van a izar la Bandera. De pronto una iguana se cruza. Jerónimo se baja y empieza a correrla. Las hojas del cuaderno se pliegan y despliegan con el viento.
Como todo niño, Jerónimo corre, juega, ríe. Olvida por un momento sus obligaciones; el burrito amigo lo mira sonriendo con los ojos mansos.
Retoman el camino. El niño se limpia el sudor de la frente con la punta del poncho. El bullicio de los niños le anuncia la llegada a la escuela. Lo ata a Soncko, acomoda su ropa. Pone bien el cuaderno bajo el brazo, el lápiz y el borrador en la otra mano, y entra. Corre hasta donde esta la señorita, y con la cara llena de tierra la besa, con el amor más puro.
- ¿Cómo estás Jerónimo? – dice la Srta. Tita y el corazón del niño se acelera al oír la voz tan dulce del ser que tanto ama…
- Bien señorita, ya lo sé al verso, y lo’i repasao varias veces a la lectura se Sarmiento.
- ¡Muy bien, Jerónimo! Ahora vas a pasar.
- ¡Ah, señorita! También he hecho las sumas, el problema y los cinco renglones del dictado.
Tocan la campana. Todos cantan y entran al aula. Las clases se suceden como todos los días. En los recreo Jerónimo juega a la “pilladita” con los compañeros.
Limpia sus manos con el inseparable poncho y entra. Ya es la última hora. Sabe que el que diga mejor la poesía va a actuar en la fiesta del “Día del Maestro”.
Empieza a leer. El pecho de Jerónimo salta. El quiere ser el que le rinda el homenaje a su Seño Tita.
Cuando vuelve de la escuela sale a cortar flores de Ckellusisa, para armarle el ramo que el lunes le llevará de regalo. – Mama – dice contento – demé lana colorada, azul y amarilla, voy a trenzarlas para atarle las flores para mi señorita.
Entra a la cocina. Un sabroso guiso lo espera en la mesa grasienta de tablas irregulares. Come con apuro, busca el cuaderno para repasar la poesía y recitarle a la madre.
- Ya la sabes, no te hagas problema, hijo.
- Bueno mama, pero yo quiero actuar.
Se recuesta un rato y luego sale a buscar mishquilas. Llena los bolsillos con las tinajitas. - ¡Esto también le voy a regalar a mi señorita!
Juega, corre, canta, recite y se duerme. Sueña que esta arriba de la tarima, que parece más blanca en medio de los chañares, las tuscas y los jarillales. Jerónimo despierta recitando en voz alta.

Mi maestra es tan buena
nos enseña, nos educa
con paciencia y con amor
es por eso que la amo
¡Con todo mi corazón!



Lucy Soria de Corbalá

A las doce

“A LAS DOCE”

- ¿Qué te pasa Matías que estás tan triste? – Nada mama – A mi no me vas a engañar. A vos te pasa algo. ¿Estás cansado? Si ya no vas a la escuela. Hasta tu burrito está descansando.
Ahora que estamos solos, contame que te pasa. ¿Tienes fiebre? – No mama, sólo tengo una cosita aquí (se señala el pecho). – Así ¿y que es eso? – No sé, pero cuando hemos ido a la ciudad con la Srta. Chichí, en la televisión decían a cada rato que iba a llegar Papá Noel, con muchos regalos y nosotros no lo hemos visto, para aquí nunca ha venido. - ¿Y eso te pone triste? – Si, porque quisiera que mis hermanitos y yo también tengamos regalos coloridos y que todo esté pintado de colorado, verde y dorado. Y un árbol grande lleno de regalos, tarjetas y cartas, como el de la ciudad.
¡Ay! Matías, es la primera vez que me hablas de esas cosas, yo no sabía que existía ese Papá Noel. Debe ser alguien de otro lado, algún extranjero, porque yo no nunca loi escuchao nombrar. Y los colores hijo aquí también podemos adornar con talas, tuscas, paraísos, mistoles…
Al oro lo vamos a poner con los ramilletes de las tipas, las quellosisas y las florcitas de las tuscas, y al colorado con todas las flores del geranio que tu papá ha traído de Tucumán. Si, nosotros también tenemos esos colores, Matías. Nada más, que capaz que no los sabemos acomodar bien. Te prometo que yo te lo voy a preparar un árbol grande y hasta le vamos a poner papel celofán, que nos ha mandado tu tía Elena, en la última encomienda de Buenos Aires.
Y si te parece poco, hasta te lo puedo poner pedacitos de lana de colores de la última manta que estoy tejiendo para venderla.
- Está bien mama, no se preocupe tanto. Yo de flojo nomás mi puesto triste, por esas cosas que ni conocemos nosotros. ¡Pero es que me han gustado tanto los colores y los brillos!
- Hijo, usted tiene que estudiar mucho. Me ha dicho la Srta. Chichí que es muy capaz, así que después va a ir a la ciudad para estudiar. Se va a recibir para poder comprar y adornar todos los árboles que quiera, mi muchachito. Y ahí también sabrá bien quien es ese Papá Noel.
Nosotros también vamos a celebrar el nacimiento del Niñito como todos los años. La bendición hijo, y vaya nomás a dormir, ahora es tiempo de descanso.
Al día siguiente. Matías estaba pensativo y su mamá volvió a arremeter con las preguntas - ¿Y ahora que pasa hijo? ¿Siempre preocupado? – bah mama, ni yo mismo se que me pasa. Hoy me he puesto a pensar que como somos pobres y no hay trabajo mi papá nunca está en la casa. Si no va pa la cosecha de la papa, va para el maíz, el algodón o la caña de azúcar. Yo hago cosas de hombre, porque casi no hay hombre en la casa.
- Matías vos sos un niño y debes vivir así como un niño. No quiero que hagas tareas de grande, porque vos no sos un hombre. Te faltan años, mi muchachito. A mi me gusta mucho cuando juegas con tus hermanos al “oíto chipaco”, a las bolitas y a las escondidas. Hasta cuando la Carmen se anima a contar saltiando y yo me río de lejos.
- Tu papá tiene que irse porque si él no trabaja ¿de que vamos a vivir? Vos tienes razón, pero yo demoro para terminar un frazadón. Y eso no alcanza hijo, cada vez es más difícil todo. Con la gracia de Dios, ustedes son sanitos, fuertes, mis buenos compañeritos.
Matías la besa con inmenso amor a su mamá y queda un rato abrazándola.
- Mama hoy mi estao acordando todo el día del abuelo Zacarías y me he ido a rezarle en la cruz, donde ha caído muerto, de tanto y tanto hachar quebrachos y nadie nos a pagao por su vida. Nadie, mama. Y tan bueno que era. Nunca me voy a olvidar de sus hermosos cuentos de animales; ¡Y cómo los contaba! Sobre todo el del zorro, que les ganaba siempre con sus picardías y sus andadas.
Cada vez que me acuerdo de mi abuelito, le doy gracias a mi Diosito de que mi papá no sea hachero. Me duele el alma cuando oigo el ruido del hacha en el potrero de Don Elpidio. ¡Este hombre si que se está acabando la vida! Siempre lo estoy espiando, porque tengo miedo que le pase lo del abuelo y no tenga quien lo ayude. Está tan solo. No tiene ni siquiera un nietito a quien acariciar, pobrecito.
Su madre se acerca, le acaricia el pelo, le besa las manitas pequeñas y callosas y lo acuna en su regazo. – Ya va a llegar el día en que tu papá podrá encontrar un trabajo aquí cerca de nuestra casa, para que no tenga que irse nunca más. Si para nosotros m’hijito, también tiene que llegar la oportunidad de vivir mejor. Lo mas importante, Matías, es que nos queremos mucho y que somos muy unidos.
- Mamita, yo no estoy desconforme con nada, les agradezco a mi papá y a usted por todo lo que hacen. Yo sólo quiero que estemos siempre juntos. Como ahora que ha llegado diciembre y todo parece más lindo, la casa, las plantas, las flores y esas ganas de mi papá de hacer todo y de que estemos alegres y contentos.
El niño amaneció alegre y salió corriendo a buscar las mishquilas (chilalo) que había visto el día anterior, cuando había ido a buscar las cabras con Tomás y la Carmen. ¿Pero por qué se apuraba tanto? Es que quería llevar las vasijitas para ponerlas en la mesa del pesebre que había preparado su madre.
Tenía miedo de que alguien encontrara su tesoro. Había visto a otros niños que andaban jugando por ahí.
Nunca había sido mezquino, pero ese día quería comer toda la miel. ¿Será que esto es pecado? Mi mama dice que se debe compartir todo con los hermanos para que Diosito no se enoje. Es la primera vez que tengo ganas de comer todo solito. ¡Hoy no le voy a hacer caso a mi mama!
Unos pájaros pasaron raudamente por su lado y se posaron en un frondoso algarrobo. Estiró la gomera y al mismo tiempo cayó herido un quetubí. Un escalofrío se apoderó del cuerpito de Matías. Levantó a la avecita casi moribunda la sopló, acunó y la puso debajo de su camisa. Todo fue inútil. El animalito murió pese al calor del pecho del niño.
Un ruido en medio de la gramilla lo hizo volver la cabeza estrepitosamente - ¿Quién está ahí? ¿Sos vos Tomás, que me quieres hacer asustar? – Una voz firme y con dulzura le respondió – No soy Tomás. Soy alguien al que no vas a ver, pero quiero que me escuches bien lo que digo. No debes matar a los pajaritos. Ni ser mezquino. ¿Por qué quieres dejar a tus hermanitos sin miel, que a ellos también les gusta?
- Yo siempre les llevo para ellos, pero hoy, no se porque he querido que sea todo para mí. No lo voy a hacer nunca más.
- Si dices que no lo harás, yo te creo porque se que eres un niño bueno y de nobles sentimientos. Se te nota en tu carita dulce.
Ahora corré hasta donde está la miel y encontrarás muchísimas tinajitas. Tené cuidado para no romperlas y llevale a toda tu familia.
- Dígame primero, ¿Quién es usted y por qué no puedo verlo?
- Esta noche cuando sean las doce y se escuchen las campanas de la capillita ahí estaré yo. Apareceré ante vos y sabrás quien soy.
- ¡Ah! entonces es Jesucito, porque Él va a nacer esta noche.
Mi mama ha hecho un pesebre con maderitas, ramitas, chalas y palitos y una hermosa cunita con espinas de vinal y pastito seco. Todo está lindito y vamos a estar muy alegres, porque va a nacer el Niñito. Nosotros le vamos a cantar y bailar y mi papá va a tocar la guitarra.
¿Seguro que va a estar conmigo? No se olvide que yo lo voy a estar esperando. ¡Ah! le voy a regalar la única pelota que tengo. Me la ha dao la Srta. Chichí en la escuela, cuando el último día de clases he leído bien la lectura de la Navidad.


Lucila Soria

AÑO NUEVO

Año Nuevo

Se nos va de entre las manos
pero nos queda la vida
que entre tanta expectativa
sueña con un nuevo año..
Los días corren a prisa
nos vemos un tanto viejos
pero la mirada límpida
de los nietos¡ tan divinos!
convocan a la esperanza,
verlos crecer¡ Ser felices!
Ya llega el uno de enero
el tiempo corre tan rápido
y casi vertiginoso.
Está llegando el invierno
a este dulce Santiago
que de gris
se torna hermoso.
Pese a tantos apuros
zozobras y sufrimientos
alegrías y tristezas:
Síntesis de la existencia.
Hay veces que los augurios
de un devenir majestuoso
sólo quedan en palabras…
Pero hoy el compromiso
es transformarnos en pájaros
andar cantando en el mundo
esparciendo algarabía
en este bicentenario
tan caro a nuestra memoria.
Que perdure la esperanza
que la fe nos acompañe.
Celebremos con euforia
este año dos mil diez
que nos convoca al anhelo
de concretar ilusiones
venturas y bendiciones.
Un augurio muy sincero
que nos de felicidad
dicha plena y duradera
para todos:¡ FELIZ AÑO.!


Lucila Soria

Santiago del Estero (Argentina)